Capitulo XI : Ventormenta.

Se levantaron más tarde de lo que pensaron debido a la pequeña resaca que tenían. El que tenía mejor cara era Brook ya que tanto la de Ully como la de Namarié tenían unas buenas ojeras de cansancio.

– Por la cara que lleváis no creo que sea muy conveniente ir en grifo -dijo Brook-. Alguno caería del mareo.

– Tienes razón -contestó Ully-. Este camino no es peligroso así que podemos ir andando hasta Ventormenta. Además no es demasiado largo por lo que a la hora de la comida estaremos allí seguro.

Y tras tomar una decisión tan unánime comenzaron la marcha.

Fueron dejando atrás la ciudad de Villa del Lago y se pusieron dirección suroeste. Según iban avanzando el camino empezó a tomar tonos mucho más verdosos y fueron apareciendo grandes árboles con buena vegetación. Se trataba del Bosque de Elwynn. Parecía que había un aserradero a su derecha por el ruido que llegaba a sus oídos. Según iban avanzando, el sonido de un riachuelo se fue haciendo cada vez más intenso y pronto se encontraban cruzándolo a través de un puente de madera custodiado por soldados de la Alianza. Al cruzarlo uno de los guardias, el Guardia Thomas, hizo un gesto con la cabeza a lo que Ully y Brook respondieron de la misma manera. Una torre de vigilancia de piedra se veía a lo lejos lo que hacía recordar que a pesar de la bella naturaleza que habitaba en ese lugar el mundo se encontraba en constante alerta por la guerra.

Durante un largo rato siguieron el camino sin ver muchas novedades, momento en que Brook empezaba a contar historias. Hablaba de batallas contra la horda y por lo que contaba se veía que era un guerrero valiente y sin escrúpulos con cierto toque de locura. Por lo que decía daba la sensación que salía a combatir con demasiada ansia. Ully le escuchaba atentamente sin perder ningún detalle.

Ambos eran guerreros que representaban generaciones distintas. Ully era algo más experimentado en guerras y batallas y lo demostraba dando consejos a lo todo lo que le preguntaba Brook. Las respuestas de Ully eran pausadas y a toda respuesta le seguía un razonamiento. Brook le trataba con el mismo o más respeto que si fuese un gran maestro cuando hablaban de su clase pero la noche anterior pudo comprobar que también se veía entre ellos una gran complicidad y amistad.

Namarié escuchaba atentamente pese a no saber nada sobre guerreros y a la vez iba observando su alrededor. Era un día soleado muy tranquilo. Se veían pequeños conejos y ardillas merodear al borde de la pequeña valla que separaba el camino del bosque. Empezaba a hacer calor y se notaba que estaba llegando la hora del almuerzo así que pensó que no tardarían mucho más en llegar al destino.

Al rato y según los tres viajeros seguían su camino empezaron a escuchar algo de movimiento a lo lejos. Estaban llegando a Villadorada. Se trataba de una pequeña villa de unos 7000 habitantes aproximadamente, pero su pequeñez se debía únicamente a la cantidad de habitantes que tenía con respecto a las grandes ciudades ya que se trataba de la segunda ciudad humana en importancia, cosa que le hacía ser grande. Era un nexo de unión entre los territorios colindantes del reino de ya que sus caminos conducen a la Ciudad de Ventormenta al noroeste, la Abadía de Villanorte al noreste, Páramos de Poniente hacia el oeste y Montañas Crestagrana hacia el este. Por tanto era una zona comercial muy importante. Lo habitaban viajeros, guardias de Ventormenta, comerciantes, mineros y agricultores. Contaba con establos, correo y una posada, la Posada Orgullo de León.

No obstante, se encontraba amenazada por la Hermandad Defias que se dedicaban sobre todo a atacar a comerciantes y viajeros. Casi ningún camino era seguro y los aprendices debían ir en grupo o acompañados de alguien para evitar los ataques. Se habían hecho con el poder de varias granjas y casas, las cuales las dedicaban al contrabando. Sus ladrones más notables eran Jack Dentomuerto, Morgan el Coleccionista, Erlan Yermestia y Surena Caledon.

A parte de los Defias, también había Gnolls Zaparrío y los famosos múrlocs así como kóbolds, lobos y osos. Además de las incursiones de la Horda que de vez en cuando se dejaba caer por allí.

Cuando se adentraron en la ciudad un amable hombre que en seguida reconoció Namarié como el hombre que vio en Auberdine junto con Sanatos y Ully, fue a recibirles.

– Saludos hermanos. Sanatos está esperando a la dama en la posada. He de deciros que anda ya bastante impaciente. Habéis tardado más de lo previsto.

– Na, fue nuestra culpa –contestó Brook-. Anoche cenamos mucho y… bueno, ya sabes, nos acostamos tarde y nos costó levantarnos jeje.

Y sin presentaciones llegaron a la Posada. Allí se encontraba Sanatos en una mesa sentado junto con más gente hablando. Cuando les vio en seguida se levantó y saludó a Namarié con cara de felicidad.

– ¡Saludos Namarié! Me alegra muchísimo verte de nuevo. ¿Qué tal fue el viaje? ¿Te molestaron mucho Brook y Ully?

– ¡No para nada! Fueron los dos muy amables conmigo y me trataron muy bien desde que llegué a Menethil.

– Bueno, tengo que decirte que si no hubiese sido así habrían tenido alguna reprimenda –dijo mientras les miraba de reojo a ambos y éstos agachaban la cabeza con una tímida sonrisa. – Ully es uno de mis mejores amigos, es mi mano derecha y mi consejero. Y Brook… bueno, además de ser mi otra mano es también primo mío. Y el hombre que os ha ido a recoger es uno de mis más recientes miembros de la hermandad, un aprendiz de mago llamado Baldhür. Siento de verdad que el viaje no haya sido como te dije en mi nota pero ha habido circunstancias que lo han impedido y tuve que pedirles a ellos que fueran en tu búsqueda. Pero vamos al grano y a lo importante de día de hoy, así que te pregunto, Namarié. ¿Estás preparada para el tramo final de tu viaje?

– Sí –contestó ella con cierto nerviosismo.

– De acuerdo. Vosotros tres Baldhür, Brook y Ully, podéis quedaros aquí o venir con nosotros, lo que queráis.

Ully y Brook se quedaron en Villadorada mientras que Baldhür, Sanatos y Namarié reanudaron su marcha.

El camino era muy corto pero a Namarié se le hizo eterno. Sentía la necesidad de correr hacia la ciudad con ansia pero debía ir con sus dos acompañantes.

Poco a poco empezó a escuchar sonido de espadas entrenando y a ver destellos de hechizos. La puerta de Ventormenta estaba cerca. En dicha puerta los combatientes entrenaban entre ellos y enseñaban nuevos hechizos y tácticas de lucha a los demás. Era un espectáculo curioso ya que entre ellos se hacían duelos y luchaban hasta que uno se proclamaba vencedor. Además estaban allí por si trataba de entrar algún grupo de la horda y poder servir de ayuda a los guardias que se encontraban custodiando también la entrada. Las puertas de Ventormenta se hicieron visibles en seguida. Eran inmensas y estaban abiertas de par en par y por ellas había un gran tránsito de gente. Tenían a cada lado dos altas torres de piedra con banderas de la insignia de la Alianza bien visible en cada una.

Cruzaron la puerta y se encontraron en un puente sobre un pequeño lago y a lo largo del puente a ambos lados había cuatro enormes estatuas y una última al fondo: Alleria Brisaveloz, Kurdran Martillo Salvaje, Archimago Khadgar del Kirin Tor, Danath Aterratrolls y General Turalyon, héroes de la Segunda Guerra que comprendían la Expedicion que viajo a través del Portal Oscuro a Draenor para sellar la fisura dimensional de ese lado. El lugar se llamaba Valle de los Héroes. Y bajo la estatua del General Turalyon se encontraba subido a su caballo el General Marcus Jonathan, alto comandante de la defensa de Ventormenta, siempre custodiando la entrada de la ciudad junto con parte de su ejército.

Al final del puente había dos entradas más a derecha y a izquierda. Daba igual por qué lado entrar porque daban al mismo lugar. Servían de doble protección a la entrada de la ciudad ya que al principio estaban las mencionadas grandes puerta de madera y por otra estas dos pequeñas entradas que tenían una reja de rastrillo de hierro macizo en forma de barrotes cada una.

Tras un pequeño túnel iluminado al fin salieron al llamado Distrito de Mercaderes dentro de la propia Ciudad de Ventormenta. Tiendas de comida, recepción de viajeros, herbolario, armería, había comercios de varios tipos. Por esta primera avenida se llegaba a una plaza donde se encontraba la casa de subastas y cerca estaba el banco. También se encontraba la posada de La Rosa Áurea que contaba con el mayor número de visitantes de todo el territorio de la Alianza.

Sanatos miraba a Namarié maravillado. A él se le había olvidado por completo la primera vez que entró en esa ciudad y al ver la cara de ella le empezaron a venir recuerdos de aquél momento y de su juventud.

– Disculpad –dijo de repente Baldhür- pero yo debo separarme de vuestro camino. He de ir a mi casa a descansar y hacer unos recados previos que hoy he tenido un día bastante duro. Que su estancia en la ciudad sea lo más agradable posible señorita.

Y tras un beso en la mano de Namarié el hombre tomó el camino de la derecha.

Sanatos indicó a Namarié que siguieran el camino de la izquierda y abandonaron el Distrito de Mercaderes. Ventormenta es una ciudad con barrios divididos por canales, así que cruzaron uno a través de un pequeño puente y llegaron al Barrio de los Magos. De repente todo el ambiente que había en el Distrito de Mercaderes desapareció y reinó la tranquilidad. Se volvió a sentir como en casa. El suelo de piedra había desaparecido y ahora era de hierba fresca. Los olores eran muy parecidos a los de Darnassus y predominaba la naturaleza. Parecía incluso que el calor de la zona había desaparecido y ahora el ambiente era más fresco y húmedo. Tomaron el camino otra vez hacia la derecha y empezaron a subir una cuesta. Y en la siguiente calle también a mano derecha de repente vieron a un grupo de gente esperando. Era la mayor parte de su familia. Hubo un gran silencio, hasta que Sanatos al fin habló.

– Namarié, premiteme presentarte a tu familia.

Y de repente una mujer de cabellos castaños y largos se acercó a ella y dijo:

– Hola Namarié. Mi nombre es Suzanne. Yo te he visto en mis sueños. No sabía que eras tú hasta este mismo momento, aunque tras la última visita de Sanatos y sus noticias pude pensar que se trataría de ti. Soy tu tía, hermana de tu madre. Bienvenida a la familia.

Y de repente se vieron las dos sumidas en un gran abrazo con lágrimas y sin poder articular palabra alguna. Poco a poco más miembros de esa familia que aún estaba viendo el momento, fueron acercándose a ella y abrazándola. Cuando pudo Sanatos se acercó a Namarié y le dijo al oído:

– Disfruta de este momento pequeña. Me alegra mucho veros a todos juntos al fin. Nos vemos esta noche, vendré a cenar con vosotros.

– Gracias –contestó ella en un pequeño susurro -. Gracias por todo.

Y así entraron todos en la casa.

Ésta pertenecía a su tía Suzanne y estaba decorada con madera. Había pertenecido a la familia desde antaño incluso le contaron que su madre vivió mucho tiempo allí, primero siendo una niña y más tarde cuando Harold se encontraba en la guerra y estaban esperando a su bebé. Todo era tan emocionante que Namarié casi no tenía palabras y solo se limitaba a mover la cabeza a todo lo que le decían. Había recuerdos de generaciones y poco a poco se fue dando cuenta de cuánto podía haber de ella en esa casa.

Suzanne tenía una hija y un hijo, Lisan y Sarkath. Lisan era sacerdotisa y Sarkath era mago y éste último pertenecía a la Alianza de Simbelmynë. El marido de Suzanne se llamaba Owen Vaughn y era vendedor de componentes, ex cazador retirado.

En la casa se encontraban más familiares e incluso gente que no era familia y se iba acercando llamados por la curiosidad o porque conocían a los padres de Namarié. Nombres que poco a poco le serían conocidos como Ïreth, Scythia, Xenel, Lölindir, Marcusfenix o Rimafar.

Al rato se fue dispersando la gente y pudieron comer algo y es que desde el día anterior Namarié no había probado a penas bocado. Después de comer decidieron salir a dar un pequeño paseo por la ciudad y su primera visita fue El Parque dentro del Barrio de los Magos, lugar que le hizo sentir más aún como si estuviese en Darnassus puesto que allí se encontraba parte de los altos elfos, la escuela de druidas y una Poza de la Luna.

Después decidieron ir hacia la Plaza de la Catedral. A Namarié le impresionó muchísimo este lugar.

– Ahí nací yo –dijo señalando la Catedral de la Luz.

– Exacto –le contestó Suzanne.- Este es realmente el centro de la Ciudad y aquí encontrarás el Ayuntamiento o el orfanato.

Justo en ese momento salía mucha gente de la Catedral, se trataba de una boda. Y aprovechando el momento entraron para verla por dentro. La nave principal era alargada y constaba de dos naves a los laterales con altas vidrieras para que entrara la Luz. Su bóveda era muy alta y tenía forma ojival. El altar se encontraba al fondo y en ese mismo momento estaban reunidos el Obispo Lontananza y la Suma Sacerdotisa Laurena. Además había algún que otro aprendiz de sacerdote y en seguida se acordó de su madre adoptiva, Jandria, lo que provocó en ella que tuviese algo de nostalgia y se preguntase qué estaría haciendo en ese momento. En la nave lateral izquierda había un túnel iluminado por donde se accedía a las catacumbas.

Pronto salieron de la Catedral y siguieron visitando la ciudad. Pasando cerca de la puerta del Ayuntamiento fueron al Distrito de los Enanos, lugar sombrío que desprendía olor a forja y azufre. Había algo de actividad en este lugar y desde un gran túnel metálico entraba y salía gente. Allí se encontraba el tren subterráneo que comunicaba Ventormenta con la ciudad principal de los enanos: Forjaz.

Siguieron el camino y fueron hacia el Casco Antiguo. Pero entre el Casco Antiguo y el Distrito de los Enanos se encontraba el Castillo. El acceso era un largo pasillo del que se distribuían salas a uno de los lados. Al final del pasillo se encontraba la Sala del Trono. En ese momento el Rey no se encontraba allí pero solía estar jugando en el parque o corriendo por los pasillos mientras volvía locos a los guardias. A mano izquierda de la Sala había un pequeño parque, donde se encontraba el Archivo Real con una de las mayores bibliotecas y esto hizo impresionar a Namarié más de lo que estaba. Detrás del Trono se encontraba la Galería Real con grandes estatuas de gente ilustre como el Rey Llane o Mara Fordragon. Al lado de esta sala había otra llamada la Sala de Guerra donde se alistaba la gente para ir a combatir contra la horda.

Finalmente visitaron el Casco Antiguo que hacía honor a su nombre. Se veía la antigüedad de las casas y allí habitaba la gente más pobre de la Ciudad. Allí se encontraba la Posada del Cerdo Borracho, mencionado como lugar que frecuentaba Sanatos. Pronto supo que ése era un punto de reunión de algunos grandes maestros de hermandades de la Alianza ya que se trataba de un lugar bastante tranquilo.

Pronto anocheció y decidieron ir a la casa. Sanatos y el resto de invitados estaban a punto de llegar.

La cena fue muy tranquila. Además de su tía y primos, también estaban Baldhür como amigo de Sarkath. Conoció a Tularis y Sego que eran primos por parte de padre de Sarkath y Lisan. Pronto aparecieron por la puerta Ully y Brook y en último lugar llegó Sanatos. Después de la cena, estando todos de sobremesa, empezaron a habar de batallas y nuevos miembros de la hermandad. Tras un largo rato Sanatos aprovechó para pedirle a Namarié que saliese con él un momento. Así que se sentaron a la puerta de la casa y él le preguntó:

– ¿Qué tal ha ido el día?

– Bien –contestó ella-. Ha sido un día muy movido y emocionante y la verdad es que estoy deseando acostarme.

– Estaba pensando en si sabes qué es lo que quieres hacer a partir de ahora. Te he visto escuchando atentamente todo lo que hemos estado hablando y me gustaría saber si estás interesada en aprender una especialidad en el arte de la guerra.

– He sido siempre una persona que ha preferido ignorar los poderes que puede tener. No siento que tenga arte para manejar una espada ni tampoco arte para manejar un arco o cualquier otra arma. Pero sí es verdad que siento la magia dentro de mí. Hace algún tiempo leyendo un algunos libros que hablaban de este tema creí que podía ser una maga. Pero nunca pude sacar de mí ni el fuego ni la escarcha. Sin embargo, lo que salió fue algo bien distinto: las Sombras. Al principio pensé que podía ser como sacerdotisa así que escuchaba a mi madre Jandria a escondidas. Pero los hechizos que enseñaba a sus alumnos no salían de mí. Un día leyendo sobre los brujos me percaté que siempre me sentí atraída hacia ellos pero en Darnassus no había instructores por lo que nunca pude pedirles consejo alguno.
Así que decidí olvidar el tema. Pero ahora mismo creo que debo hacer frente a mi poder y mis pensamientos. He venido no solo para conocer a mi familia verdadera, conocer mis raíces o conocer nuevos lugares, sino también para luchar y hacer algo por este mundo. Ha llegado el momento en que debo aprender a ser bruja.

– Me gusta mucho tu forma de pensar y ver que tienes las cosas claras. Y veo en ti una virtud: cuando tomas una decisión quieres llevarla a cabo intentando escoger la mejor de las maneras posibles. Namarié, estaría encantado de que formases parte de nuestra gran familia. Quiero que vengas con nosotros y entres en la Alianza de Simbelmynë.

Se quedó pensando unos segundos y se dio cuenta que lo que le acababa de pedir Sanatos no le había pillado por sorpresa. Si su decisión era esta, ¿quién mejor que la gente de la Alianza de Simbelmynë y el propio Sanatos para sentirse cómoda perteneciendo a una hermandad?

– Quiero y deseo formar parte de la hermandad.

– Estupendo –dijo Sanatos contento por haber escuchado la respuesta.- Mañana tenemos una reunión. Solemos reunirnos todos para pasar un rato en compañía y compartir impresiones. Después me gustaría que fueras con algún aprendiz de la hermandad a Villanorte. Allí encontrarás a tus instructores para que te inicien. Y ahora, señorita, vamos para dentro que tienes que descansar.

Ambos entraron en la casa. La noche continuó pero Namarié decidió dejarles. Volvió a escribir a Jandria y a Firodren con todas las novedades y al terminar al fin se fue a descansar. Había sido un día largo y el descanso era más que merecido.

Creadora de Sombras en Azeroth, que nació para contar la historia de mi personaje dentro del maravilloso mundo de World of Warcraft, mostrando el sendero de una Bruja.

3 Comments
  1. Reply Brayham 19 mayo, 2011 at 0:31

    Ireth es familiar de Namarie?
    Y a lo mejor estoy mal, pero Baldhur no era brujo?
    Una vez mas Nama, excelente, mira ke no leo mucho pero esta historia me encanta 😀

    • Reply Namarie 19 mayo, 2011 at 8:05

      Pues Ïreth al ser un alter de Normandato pensé en hacerlo así, así que espero que no se haga más alters!!! Jejeje. Y el resto de nombres pues son alters míos también pero no creo que entren mucho en la historia.

      Baldhür era mago fuego, el que tenía un brujo era Ully que se llamaba Smash.

      Muchas gracias Bray 🙂

  2. Reply Fonko 21 mayo, 2011 at 21:56

    Baldhür estuvo con nosotros en la guild, e incluso vino a la Campus Party 09 cuando hicimos allí la KDD de verano. Muy buen tipo, me acuerdo que me pagó unos huevos a la cazuela con patatas y pimientos que estaban de muerte. 😀